aquél amanecer soleado,
cuántas de ellas rompimos
dañando el estar enamorados.
Cuántos sueños sentidos
se rompieron en pedazos,
cuántos momentos vividos
nos atraparon en sus lazos.
Y todo lo que nos dijimos
en aquél tiempo lejano
resuena en nuestros oídos
como tambores africanos.
Cuando nacieron los hijos,
tantas veces suspirados,
y bifurcaron los caminos
que juntos habíamos trazado.
Portamos en el destino
el amor que nos profesamos,
promesas que cayeron en el limbo
al tener la vida en las manos.
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