resortes para sobrevivir,
el corazón en el polo opuesto
en una pugna sin fin.
Yo el campo de batalla
herido en el conflicto,
secando el sudor en una toalla
luchando por salir invicto.
Y el diablo al pensamiento llama,
un ángel cruza el abismo,
se apodera de mis entrañas
reforzando de la razón al enemigo.
No hay conversación que valga
ni concesiones sino gritos,
victoria para el que salga
aunque queden los dos heridos.
El corazón y el pensamiento,
el ángel y su enemigo
infringiendo siempre tormento
al portador de sus conflictos.