ardiente fuego nena,
saliste envuelta en llamas
por tocar lo que más quema.
El hielo de tu mirada
se abrasó tras mi estela,
ni siquiera quedó agua,
sólo cenizas en la tierra.
Tu pensaste que alumbraba
con su potente luz intensa,
alumbraba y arrasaba
todo lo que se acercase a ella.
Mi alma en mi guardada,
búnker de feroz guerra,
jaula que tiene encerrada
la más fantástica fiera.
En mi pira sacrificada
caíste con mis promesas,
alma por brujo encantada
que ardiendo sucumbe en ella.