acariciaron mis labios tu rostro,
ardientes lágrimas de orgullo
inundaron abrasadoras mis ojos.
Amor que inalcanzable fuera
toqué con mis dedos deseosos,
ansiedad de lo que tuviera
palpitando mi corazón loco.
Y tu fuiste esa nena
que desplegó sobre mi su poder,
ese que nadie sospecha
que se pueda poseer.
Hipnotizado por tu fragancia,
por tu cuerpo de mujer,
enganchado a tu elegancia
y a tu manera de ser.
Amor que puso cadenas
a mi loco proceder,
que impuso su condena
a quin con el libre se ve.