derrochó en ella su energía,
la atrapó con su mirada
y la mantuvo cautiva.
Como lobo hambriento la acechaba,
el mejor trofeo de su vitrina,
cuanto más la cortejaba
más hambriento se sentía.
Si ella desdeñaba
con un argumento su conquista,
él más se afanaba
por doblegar su estima.
Y en esa pugna de colosos,
ella salió mortalmente herida,
por depositar sus ojos
en quien no debía.
Y una vez conseguido el logro
la encerró en su guarida
porque como insaciable lobo
fue en busca de otra víctima.
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