como las olas mordiendo la arena,
los ojos cansados medio cerrados
esperando a que Morfeo aparezca.
Todos los pensamientos tumbados
sobre la almohada en mi cabeza,
sonidos por el mar ahogados
y después silencio como respuesta.
Mi cuerpo en colchón recostado,
música de infinitas estrellas
envolviendo mi corazón acelerado
en su espiral de armonía perfecta.
La ciudad se desvanece en la noche,
sus luces apagan mis velas,
el viento susurra mi nombre
intentando mantener mi alerta.
Se para el reloj en mis manos,
mi respiración el tiempo sortea,
hasta mañana se dice callado
y el sentimiento no contesta.