Estaba meciendo una cuna
con su mano pausada
cantando en un suave susurro
una adormecedora nana.
Miraba con delicadeza
lo que la cuna guardaba,
ese pequeño infante
que tenía poseída su alma.
Esa bella madre
que la cuna mecía,
me llenó al contemplarla
de armonía.
Bebé amado
que dormitas en tu cuna,
ser afortunado
al que Dios le dio una musa.
Siempre protegido
por una amoroso ángel,
siempre querido
sin la necesidad de que le amen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario