sobre todo su cuerpo empapado,
lágrimas pesadas de hierro
que hieren su rostro cansado.
El frío va imprimiendo
sobre él su huella de barro,
con espasmosos estremecimientos
su figura lo va notando.
Y cala en sus sentimientos
barriendo su pasado,
el reguero se va esparciendo
por todo el suelo mojado.
Allí caerán sus penas
como en el mar un guijarro,
dejando un charco apenas
en la inmensidad de lo impregnado.
Y se abrirán otras fronteras,
llegará el sol de mayo,
llenará su presente de promesas
dejando seco el lago.
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