Corazón de piedra,
no se puede llorar,
el sentido alerta,
el alma sin respirar.
Atado al acantilado,
subiendo la marea,
las olas golpeando
y el cuerpo cual estera.
Sonrisas disfrazando llanto,
agotado en plena carrera,
extraño sabor amargo
que en la boca se paladea.
Los hombres no gritan,
no contemplan las estrellas,
los hombres no imitan
de las mujeres las penas.
Y el cincel se clava
en su carne trémula,
en vez de moldearla
la hiere y la penetra.
No es piedra lo que toca,
no es escultura quieta,
es sangre lo que asoma
de sentimiento llena.
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