que Dios derrama
sobre los hombres
impregnando sus corazones
como ropa mojada.
Algunos la transforman
en sutil fragancia
que llena con su aroma
la vida que les aguarda.
Otros con su alquimia
transforman en hedor
la esencia infundida
a su corazón.
Así cada uno
tiene la suerte
de transformar lo regalado
en algo mejor o indecente.
Con ella vivimos
y nos hace únicos,
nos hace dignos
de ser dueños de nuestro destino.
El alma es el regalo
que todos poseemos
del mismo modo
desde que nacemos.
En todos cae por igual,
como la lluvia sobre un matorral.
No importa tu condición
sólo por nacer Dios te regala ese don.
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