un rayo iluminó la estancia,
en aquella noche oscura
le mostró lo que no hallara.
A tientas en la negrura
como ciego sin cachava,
envuelto en amargura
por desconocer donde estaba.
Su tacto encontró texturas
que no identificaba
y el miedo en penumbras
invadió lo que pensaba.
La furia de la tormenta
con su flash iluminaba
sus sueños de poeta
que el terror imaginaban.
Y al ocaso de la tempestad
cuando el último trueno sonaba
despertó de la oscuridad
y la luz bañó su alma.
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