su cara azotada por el viento,
las olas rugientes salpicando
su cabello ceniciento.
Contempla en la lejanía
el inmenso mar abierto
al que toda su vida
su sentir tuvo preso.
Hija de pescadores,
esposa de marinero,
el mar tumba de sus amores
a cambio del vil sustento.
Y resuenan las canciones
del faenar de sus ancestros
en todos los rincones
de su pensamiento.
Océano indomable y misterioso
movido por los hilos del tiempo
que a veces es generoso
y otras mortífero tormento.
Al borde del acantilado
se mezcló la sal con su lamento
sus ojos estaban llorando
y el mar no le dio consuelo.
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