El tono grave de su voz,
su cadencia en el habla,
la profundidad de su lenguaje
cautivaba mi alma.
Ágil conversación,
despierta inteligencia,
sensibilidad en su corazón
que impregnaba mi conciencia.
Imán en sus palabras,
riqueza en su boca,
por sus sensuales labios
derramaba su aroma.
Fresca fragancia
que inundaba mis sentidos,
suave brisa
que acariciaba mis oídos.
Quién le enseñó a hablar
con ésa perfección contenida,
quién puso ésa suave música
que sus labios emitían.
Cómo puedo yo
no estremecerme
al escuchar la melodía
que de su voz saliese.
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