que el espejo me devuelve
y contemplo lo que veo
como si no lo conociese.
Y catalogo su miedo
y recorro su frente,
miro a un prisionero
que desconoce su suerte.
Que no sabe si es bello
ni que papel tiene,
me mira desde el espejo
y mi alma retiene.
Cuando observo su rostro
perlado de fiebre,
sus labios rotos
por fríos hirientes.
Pobre hombre pienso,
si yo ese fuese
viviendo un infierno
cubierto de nieve.
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