Resbala lánguida de calor
esa gota de agua transparente
desbordando todo el sudor
nena, por tu rostro desde tu frente.
Camina despacio por tu cuello
dibujando un suave río
que poco a poco va descendiendo
hasta tu pecho divino.
Y baña con su surco tu figura,
y despierta en mí deseos prohibidos,
y me llena de ansiosa amargura
por no poder ser como ese río.
Y desemboca en un lago
donde caen mis deseos más íntimos,
donde como un mago
imagino tener tu calor mío.
Ardo en deseos al imaginarlo,
me quemo en tu fuego tibio,
contemplando con agrado
nena, como te baña ese río.
Atado por sus cadenas,
el deseo un desvarío,
fijando mi condena,
esperando tener tu cuerpo mío.
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