Recuerdo esa calle aislada,
iluminada por la luz de una farola,
en una oscura noche transitada
por el eco de los pasos de una persona.
Se oye respirar al silencio,
se escucha su corazón que se desborda,
se oyen sus gritos de miedo
aunque de sus labios ni una palabra asoma.
El pavimento mojado
por la lluvia caída,
el brillar de los charcos
cuando la luz los ilumina.
Siente su alma
como esa solitaria calle,
oscura y sin llama
que logre traspasarle.
Y camina deprisa
por llegar cuanto antes
y entrar como fresca brisa
en su reino brillante.
Jugadas de la mente
iluminadas por una farola
contemplando una calle existente
entre el bullicio de una ciudad remota.
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