miércoles, 19 de noviembre de 2014

SIN DISTINCIÓN


Ni siquiera para morir tuvo una cama,
murió sobre el suelo desnudo,
ni una simple sábana
cubrió su cuerpo moribundo.

Vivió su vida sin magia,
quizás bajo el influjo de un brujo
que desplegó sobre él la desgracia
y trastocó todo su rumbo.

Nadie miró su cara
ni pensó en su sentir profundo,
nadie intuyó su rabia
aquélla que vivo le mantuvo.

Y cuando puso paz en su alma
y se reconcilió con el mundo
la muerte le acechaba
y lo atrapó en su nudo.

Y aunque nunca tuvo nada,
aunque ni siquiera amor tuvo,
la muerte que le rondara
hasta al más poderoso contuvo.

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