lunes, 29 de octubre de 2012

UNA PESADILLA


Dejé impregnar mis sentidos
de un cansancio profundo
que se apoderó de mi dormido
llevándome hasta su mundo.

Era yo sin respuesta,
viviendo en ella y mudo,
pensando en su cabeza
con el corazón desnudo.

Sin articular palabra,
ni un suspiro, ni una mueca,
llorando y riendo estaba
sin un gemido que de mi saliera.

Y ese cansancio sostuvo
mi cuerpo en duermevela,
pesadilla y gloria mantuvo
en mi alma la noche aquella.

Y al despertar agotado
después de la batalla incruenta,
di gracias al cielo rezando
por ser yo y no estar en ella.

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